La cantidad que come un niño varía hasta un 50 % de un día a otro. Si ha cuidado alguna vez a un niño sabrá lo que cuesta algunos días convencerlos para que tomen algo, mientras que otras veces no para rían de comer. Eso complica mucho la situación en el caso de un niño diabético. Como norma, lo prin cipal es darle algo de comer siempre que tenga ham bre, aunque eso implique exceder lo que indica la dieta. Al crecer, el niño necesita dosis mayores de in sulina; un valor positivo del análisis de orina o de sangre no significa que tenga que comer menos, sino que deberá inyectarse más insulina. Por otro lado, un nivel bajo de glucemia implica una necesidad menor de insulina o más comida; coméntelo con el equipo médico.
Aunque muchos niños quebrantan las normas y toman dulces o chocolate a escondidas, no debe recortarse la ingestión normal de alimen tos para compensar estos hidratos de carbono ilícitos. Si el niño es bastante mayor para com prenderlo, explíquele con calma por qué lo que hace supondrá un aumento de la glucemia en la sangre y eso, a su vez, podría representar complicaciones. Lo mejor suele ser comentar juntos la situación con tranquilidad y tiempo.
Los niños diabéticos deben tomar las mismas precauciones que los adultos cuando se altera su rutina habitual, a causa de un viaje o una enfermedad por ejemplo. También deben aprender a cuidarse al hacer ejercicio, y a seguir las normas básicas que se exponen en la página 59. En caso de duda sobre cómo tratar alguna de estas situaciones, el equipo médico estará encantado de aconsejarle.
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