El diagnóstico

La gente descubre que tiene diabetes de muchas formas distintas. El médico de cabecera suele diagnosticar la DMNID al acudir a él por todos o algunos de los síntomas que se enumeran en la página 10y o al someterse a un reconocimiento general.
A algunas personas, el óptico les aconseja que vayan al médico por que un examen ocular revela los signos iniciales de una afección lla mada retinopatía diabética (cam bios en los capilares del ojo, a con secuencia de una complicación de la diabetes).
Si debido a los síntomas el médico sospecha la exis­tencia de diabetes, le pedirá un análisis de sangre y otro de orina para comprobar la concentración de glucosa. Para ello, quizá deba ir a un laboratorio, aun que hoy en día muchos médicos disponen de medido res de la glucosa en la propia consulta y obtienen el resultado de inmediato.
Una lectura superior a la media de uno o ambos análisis bastará para que el médico confirme la diabe­tes. Si se trata de una DMNID, es probable que le atienda él mismo en lugar de enviarle a un hospital.
Muchos consultorios disponen de unidades especiali­zadas en diabetes, pero si no es así, o si necesita más apoyo, lo remitirán a la unidad de un hospital.
Como ya se ha dicho, la DMID suele aparecer de forma repentina e implica el ingreso hospitalario del paciente mientras se efectúa el diagnóstico y se esta­biliza la afección. Es probable que éste siga después bajo los cuidados del equipo hospitalario. Hoy en día, la atención a los diabéticos de ambos tipos se reparte entre el hospital y el médico de cabecera.
En la mayoría de casos, el diagnóstico es sencillo y bastante claro, pero a veces se necesitan más pruebas

Medicación para la DMNID

Existen cuatro tipos principales de comprimidos administrados por vía oral: sulfonilureas, biguanidas, inhibidores de alfaglucosidasa (acarbosa) y tia-zolidinadionas. Todos ellos se incluyen en la denomi­nación general de «hipoglucemiantes orales», y pue den tomarse solos o combinados. En la mayoría de casos, esta medicación, junto con una dieta saludable, permite un buen control de la DMNID, aunque qui zá se tarde algo en encontrar la mejor combinación para cada persona. Si se presentan efectos secunda rios o la glucemia es superior a la aconsejada, acuda al médico para un posible cambio de tratamiento.

Sulfonilureas

Estimulan la liberación de la insulina que se almacena en el páncreas. En cierto modo aumentan la producción de insulina de las células betapancreáticas y con­tribuyen así a reducir la glucemia. Aunque no esté to­mando insulina, estos hipoglucemiantes tienen un efecto parecido porque aumentan la cantidad de esta hormona en la sangre, tal vez incluso en exceso. En este caso, la glucosa disminuye demasiado y pueden presentarse síntomas de hipoglucemia. Para impedirlo, debería asegurarse de comer con re gularidad y tomar los comprimidos antes o durante las comidas.
Las sulfonilureas, del mismo modo que la insulina, pueden ser de acción corta, intermedia o prolongada (véase tabla, arriba), y se administran una, dos o tres tomas diarias, según el tipo. Las más lentas no siem pre son adecuadas para las personas mayores o aque llas cuyo estilo de vida dificulta mantener una regulariad en las comidas debido al riesgo de hipoglucemia.
Aparte del riesgo de hipoglucemia, las sulfonilu reas provocan pocos efectos secundarios, o ninguno. Al beber alcohol, el paciente puede presentar rubi cundez. Se desconoce el motivo exacto. Por otra par te, como las sulfonilureas reducen la glucemia, al em pezar a tomarlas tendrá un gran apetito y, si no vigila, podría engordar mucho.
Una minoría de personas es alérgica a las sulfoni­lureas, y las que lo son al antibiótico Septrin pueden manifestar también una reacción a ellas. Es interesan te tener en cuenta las interacciones medicamentosas de las sulfonilureas, en especial las que se producen con el alcohol y el ácido acetilsalicílico. Estas interac ciones pueden provocar graves hipoglucemias.

Biguanidas

Este tipo de fármacos se usa desde hace más de 50 años. En la actualidad se dispone de fenformina, but-formina y netformina. Se desconoce con exactitud cómo funcionan, pero al parecer reducen la velocidad de absorción de la glucosa en los intestinos y ejercen un efecto más complejo en el hígado. Debido a ello, no pueden administrarse en caso de padecer alguna afección hepática, y es mejor evitarlo si existen com­plicaciones renales. No debe temerse una reducción excesiva de glucemia porque las biguanidas no estimulan la liberación de insulina. Suele prescri­birse a personas obesas, ya que no aumenta el apetito y produce una reducción moderada de peso. Se suele empezar con una dosis baja, una o dos veces al día durante las comidas, para ir aumentando la cantidad a medida que el cuerpo se acostumbra.
Los principales efectos secundarios son trastornos digestivos —náuseas y diarrea—, y hay quien deja de tomarlo por este motivo.

ACARBOSA

A diferencia de los demás hipoglucemiantes orales, su acción consiste en retrasar la digestión de disacáridos, dextrinas y almidón, lo que impide que el organismo absorba la glucosa de los alimentos. Sin embargo, quedan más azúcares sin absorber en los intestinos, de modo que las bacterias y los microorganismos que se alimentan de ellos proliferan. Esto provoca flatu-lencia, distensión abdominal y diarrea. Aun así es la opción adecuada para quienes no pueden seguir una dieta saludable o muestran tendencia a la obesidad.

TlAZOLIDINADIONAS

Esta nueva clase de fármacos mejora la sensibilidad a la insulina, de modo que ésta reduce mejor la gluce mia. El primero en aparecer, la troglitazona, es muy eficaz pero se ha retirado de forma temporal del mer cado por sus efectos secundarios a nivel hepático. En el futuro existirán más fármacos de este tipo. Como estos hipoglucemiantes orales no estimulan la libera ción de insulina, la hipoglucemia y el aumento de peso no suponen un problema.

Medicación para la DMID

Los pacientes con DMID dependen de las inyeccio nes diarias de insulina para obtener la que les falta. Además, aquellos cuya DMNID no se controla bien con la dieta y los hipoglucemiantes orales deben adoptar también un régimen de inyecciones de insuli­na. Si lo acaba de descubrir, es probable que le cueste aceptarlo, pero con la información correcta y el apo yo del equipo de atención pronto se dará cuenta de que puede lograrlo y encontrarse bien. Le enseñarán a ponerse las inyecciones y a controlar su afección. No se preocupe si debe acudir varias veces para te nerlo todo claro. De hecho, le animarán a hacer pre guntas y a volver hasta que domine todo el volumen de información nueva. A continuación se comentan las preguntas más frecuentes que formulan las perso nas a quienes acaban de diagnosticar diabetes.